Las fiestas de la localidad madrileña de Rivas Vaciamadrid, repleta de grandes nombres, ofrecía el pasado viernes una de las jornadas mas especiales, un concierto que colgó en cartel de no hay entradas en apenas unas horas y es que, por distintos motivos, tanto Zahara como Vetusta Morla arrastran tras de si a una ingente cantidad de fieles a sus acordes.
Como nos comento en un momento determinado de la actuación, Zaraha estuvo a punto de cerrar la noche, pero tras una reorganización de horarios la artista de Úbeda fue la encargada de abrir la noche con su polémica gira de presentación de “Puta”, una polémica que nunca sabremos si es consecuencia de una publicidad buscada o de la extrema sensibilidad que vivimos actualmente en la que cualquier cosa es motivo de indignación. Sea como fuere, Zahara metió en el Auditorio Miguel Ríos a una gran cantidad de seguidores propios ya que tras su actuación pudimos ver como una cantidad numerosa de público abandonaba el recinto, algo que puede gustar mas o menos pero que es comprensible cuando los estilos de los dos nombres del cartel distan un trecho entre si musicalmente.
Zahara puso sobre el escenario todo su espectáculo, aquí no había teloneros, de la anteriormente mencionada gira con su peculiar estilo electrónico que un servidor se resiste a etiquetar como Indie a pesar de los intentos de los que se dedican a poner etiquetas a todo. Con sus dos fieles escuderos, Manuel Cabezali y Martí Perarnau, Zahara hizo que la seguridad del recinto se ganara el sueldo esa noche por que resultaba muy complicado conseguir que no se levantara nadie a bailar y mas cuando casi al finalizar el concierto apareció Pucho a interpretar “Hoy la bestia cena en casa” en una especie de locura colectiva que parecía una rave de cualquier after de la capital.
Creo que nadie se va a escandalizar si digo que actualmente Vetusta Morla tiene uno de los directos mas atractivos de nuestro país, y por si fuera poco, la de la pasada noche en Rivas ha sido una de las mejores citas que he tenido con ellos, con algún pero y altibajo y es que cuando te pasa un tren de mercancías por encima nada mas comenzar la descarga luego necesitas un pequeño respiro para asimilar que ha sucedido y por donde, pugilísticamente hablando, te ha venido semejante cantidad de golpes ganadores, quizás por eso el primer bloque finaliza con “Golpe maestro”.
Pero si no hay un cierto nivel de critica no hay margen de mejora y eso, además de imposible, es aburrido por lo que no todo podría ser perfecto y es que tras el subidón que ofrece “Copenhague” el set list ofrece una serie de “relajación-estancamiento” que finaliza un segundo bloque dando paso a una no muy afortunada versión de “Finisterre”, un tema que me parece impresionante, y que precede a su nuevo single “Reina de las trincheras” que aunque es una maravillosa balada es, quizás, demasiado dulce para aguantar en el set list mucho tiempo, o al menos eso espero. Y desde aquí, volvemos a escuchar la campana que precede a un nuevo, y penúltimo asalto. “Mapas”, “Sálvese quien pueda”, “Valiente” y “Saharabbey road” hace que Vetusta abandone el escenario en un punto extremadamente álgido de excitación colectiva. Me gustaría desde estas líneas felicitar a un público respetuoso al máximo que incluso cuando Pucho decidió darse un garbeo corriendo por toda la pista nadie hizo el más mínimo ademan de abandonar sus asientos para acercarse a él, a excepción de una persona que le pillo por allí de camino a su asiento y que incluso casi fue atropellado por el energético vocalista.
Era el momento del último asalto, los bises, que comienzan con un tema de esa época en que Vetusta se presentaron y ganaron un concurso en la localidad de Rivas, “Iglús”, interpretado por Guille y Pucho en solitario. “La deriva”, “Cuarteles de invierno” y un epilogo final de “Los días raros” despide a Vetusta Morla del escenario de un exageradamente “reverberante Auditorio Miguel Ríos” como lo bautizo Pucho.