Llevaba tiempo detrás de quitarme una espinita que ya estaba empezando a infectarse, y es que han sido varias las ocasiones frustradas para poder ver en directo a uno de los nombres propios con mayúsculas del Indie/Rock nacional, Viva Suecia. Por fin Las Rozas me dio la oportunidad de extraer la dolorosa punción de mi piel y pude sumergirme de pleno en la bacanal montada por los murcianos. Y es que desde la introducción y primer acorde de “Necesitarnos tanto” hasta su despedida con “Amor en conflicto” mas de hora y media después te sientes en una orgia musical y visual.
Viva Suecia ha sido uno de esos grupos que vio interrumpida su gira de presentación de uno de los mejores discos nacionales publicados en 2019, “El Milagro”, algo que no ha restado, mas, bien al contrario, su nivel de popularidad ya que es muy extraño encontrar un concierto suyo en el que las entradas no vuelen en cuestión de horas. Iba con expectativas altas, lo reconozco, me habían hablado maravillas de ellos sobre el escenario y…superaron con creces todo lo que podía imaginar. La comunión del grupo con su público es total, pero es que la sintonía entre ellos es de recién enamorados, y no solo por los picos que se reparten entre ellos, que también, si no por la sincronización que tienen sin perder para nada una anarquía propia de estilos más duros musicalmente hablando.
Jess Fabric (bajista) es el mas activo en esto, musical y “amorosamente”, con una actitud que escandalizaría a tus padres repartiendo besos y refriegas varias, algún día baja embarazado del escenario, pero, que narices, es que la banda entera hace con todos nosotros lo que les da la gana, pierdes tus sentidos, te dejas arrastrar y caes en sus brazos sin tan siquiera darte cuenta, te dejas llevar. El fenómeno Viva Suecia se ha desbordado, pasan de “A donde ir” a su mas reciente lanzamiento en plataforma digitales, “La voz del presidente”, sin que notes si estas antes uno de sus clásicos mas conocidos o lo que realmente es, su nuevo bebe, porque la reacción es exactamente la misma, locura colectiva.
Es apabullante la actitud y la rabia del grupo sobre el escenario, para nada exento de una tremenda calidad, algo que les ha aportado a raudales, por si no era ya suficiente, Rodrigo Cominero (teclista) que tan pronto esta a las teclas, como agarra la guitarra o se pasa al bajo e incluso arrancándose a cantar, aunque sea un pequeño vacile “una preciosa canción”, como dijo Rafa (vocalista), antes de escuchar “…bajo el mar”, si la Sirenita, aunque una adaptación personal, todo hay que decirlo. Por cierto…¿dónde se ha metido Rafa?, los gritos lo delatan, por ahí anda, dándose un paseo entre el público, lo que os he comentado antes, el descaro y la anarquía total.
Rafa no se prodiga mucho en el arte de hablar pero cuando lo hace…”Creo que una de las cosas que mas nos gustan de nuestro oficio es poder ir a una plaza de toros y pasarlo bien sin matar ningún animal” ahí queda el mensaje lanzado antes de presentar a toda su “Crew” como si fueran uno mas del grupo, incluso “Familia” como lo definen, sacando a su backliner Jaime Guerrero a que se marque “su baile especial”, con quien sino, con Jess como anticipo a “Fóllame”. ¿Tiene que ser divertido eso de pasearse por el público, no? Al menos eso debió de pensar Alberto (guitarra) que salió a comprobarlo, pagando las consecuencias su petaca de sonido que cayo literalmente al suelo, tranquilos, pudimos recuperarla.
Alberto por el suelo, instrumentos volando hacia el público, si, guitarras voladoras que luego le toca recuperar a su backliner, la bilirrubina de Juan Luis Guerra sonando, Viva Suecia bailando, Jess…a lo suyo ya sabéis, el publico exhausto y yo, no se si ir a la farmacia a comprar la píldora del día después o una prueba de embarazo.