VAN MORRISON
Wizink Center, Martes 29 de Marzo
Hacía un lustro desde la última visita del “Viejo León” de Belfast a nuestra ciudad,
más concretamente desde aquel ya lejano 12 de Diciembre de 2017, donde aterrizó
en idéntico lugar, aunque en distinta estación climatológica. Mucho ha cambiado
todo desde entonces, pandemia mediante (que jamás imaginamos entonces…) lo
que motivó diversos aplazamientos de sus descargas por estos pagos. En concreto,
este concierto que disfrutamos ayer, estaba inicialmente programado para el
pasado 1 de diciembre de 2021. La alta incidencia del COVID este invierno
imposibilitó el evento. Pero no hay mal que por bien no venga, como reza el refrán.
Flanqueado por una enorme banda de 7 músicos superlativos, se presentó VAN MORRISON
perfumando el ambiente con esa curiosa conexión cósmica que mantiene con el bardo de
Minesota, el Premio Nobel de Literatura y descomunal compositor Bob Dylan, con quien
comparte afinidades musicales y concepto de diseño escénico, amén de otras peculiaridades, ya
que nuestro protagonista también estuvo muy parco en palabras y ni siquiera presentó a los
componentes de su banda. Llevado en volandas, como en una alfombra mágica, por el
algodonoso teclado y Hammond de Paul Moran, teclista y director de orquesta de un combo
para alucinar en colores, incluyendo a una corista muy brillante, todo fue lucir y cantar
(magistralmente) en una velada que se nos pasó casi volando.
Unos cien minutos que dieron ocasión para lucir casi una veintena de canciones, algunas tan
míticas como “Brown Eyed Girl” o la sempiterna “Gloria”, estirada como un chicle, con la que
pusieron el broche de oro a un evento que comenzó con mucho ‘groove’ al ritmo de perlas como
“Caledonia Swing” o “Latest Record Project”, pieza que da título a su último elepé. Justo
antes de que asomaran clásicos de la enjundia de “Days like this” o “Someone like you”. A sus
76 años y con más de una treintena de discos en su haber, VAN MORRISON es una
verdadera leyenda que transciende géneros y estilos musicales… De esta guisa se marcó
algunas rolas realmente geniales como “Dead or Alive” (versión de Woody Guthrie) o
“Precious time”, que sonó realmente magnífica…
Los que estamos acostumbrados al rock más fuerte, echamos en falta un poco más de
volumen, en cuanto a sonido se refiere, si bien la calidad del mismo fue extraordinaria,
y también nos habría gustado que el artista irlandés hubiera tenido la deferencia de
retrasmitir el concierto en las estupendas pantallas que contiene el WiZink Center, ya
que los espectadores que se encontraban en las localidades de atrás, gozaron algo menos
del encuentro (y las entradas no eran baratas, precisamente), ya que desde esas
posiciones el escenario se ve realmente minúsculo. En ese sentido, pensamos que
hubiera sido mejor gozar de la magia del “Viejo León” de Belfast en algún recinto más
recoleto de la capital, tipo Circo Price o Palacio de Congresos, aunque hubieran sido
necesarias varias noches para cubrir un aforo que, a ojo de buen cubero, calculamos
entre unas 8.000 y 10.000 personas. Se rozó tres cuartos de aforo de un recinto muy
grande y que a veces proyecta una sensación de frialdad en este tipo de eventos.
De este modo, transcurrió un concierto para gente mayor y versada en la materia,
también para espectadores acaudalados y muy amantes de la música con mayúsculas.
Canciones como “Broken Record”, “My time after a while” (que lució magnífica) o “I
can’t tell”, la recordada gema de Bo Biddley, fueron completando el repertorio hasta temas imprescindibles en cualquiera de sus recitales.
topar con “Baby please don’t go / Got my mojo working”, que definitivamente pusieron
al respetable en pie, antes de las mencionadas “Brown Eyed Girl” y el sempiterno
himno “Gloria” con el que redondearon una velada que nos dejó muy buen sabor de
boca.
Fran Llorente