CALAMARO
WiZink Center. Martes 28 Junio
On fire & Ice
El genio hispano-argentino volvió por sus fueros tras su última aparición en la capital, allá por 2019. Pandemia mediante y tres años más viejos, vimos a un Andrés Calamaro muy reposado y tranquilo en la primera parte del show, en plan crooner total, para luego soltarse la melena de la mano de Ariel Rot y dejar algunas lindas gemas de Los Rodríguez, antes de entrar a matar con los clásicos característicos de su longeva y afamada carrera. Concierto muy personal e intransferible, que desgranamos a continuación…
Andrés Calamaro impuso un inicio de concierto cuasi al ralentí en los primeros compases, sumando para la causa tres rolas: “Bohemio”, Cuando no estás” y “Crímenes perfectos” que fueron calentando el ambiente. Tras “Me arde”, (el alma, suponemos…) y nunca mejor dicho, el trasiego comenzó a cobrar cierto brío con perlas como “All you need is pop” y “Madia Verónica”. Arropado por una banda de auténtico lujo entre los que se encuentran los rutilantes Julián Kanevsky a la guitarra y Germán Heidelberg a los teclados junto con Mariano Domínguez al bajo y Martín Bruhn a la batería, el quinteto fue burlando las trampas del destino y añadiendo nuevas dosis de mordiente: “Rehenes”y “Los aviones” a un encuentro muy necesitado de esas píldoras contra el desconsuelo, con el respetable un poco frío, una audiencia que terminó de desperezarse y se agitó de forma efusiva al son de “Maradona”, un himno que puso en pie a la numerosa parroquia argentina en un recinto, el WiZink Center, lleno en su versión 12.000 espectadores, con los graderíos de más arriba cerrados y unas lonas negras cubriendo el 3er anfiteatro y las localidades del conocido popularmente como el “gallinero” del Palacio de los Deportes.
De este modo transcurrió una función donde nuestro protagonista ofreció las dos versiones que maneja con facilidad, o si se prefiere sus dos caras artísticas, una primera de elegante crooner ‘on the rocks’, como si fuera un exquisito coctel servido con lujo y ceremonia, y otra segunda ‘on fire’, mucho más popular y desenfadada para contentar a la plebe. Tras “Espérame en el cielo” de Los Panchos engarzada con “Estadio Azteca”, a modo de ‘medley’ sui géneris, enganchó varias tonadas muy populares entre ellas, el himno “Tuyo siempre”, muy aplaudido por el respetable, junto a “King Kong” donde salió el inclasificable C.Tangana a lucir palmito y marcarse unos versos juntos al catedrático de la canción, don Andrés Calamaro. A partir de ahí, ya todo fue coser y cantar invitando a su ex compañero de fatigas Ariel Rot, a compartir las tablas. Juntos regalaron un tramo de Los Rodríguez muy animoso y colorista. Sonaron “Mi enfermedad”, “A los ojos”, “No se puede vivir del amor” y “Canal 69”, con el público ya totalmente desatado, coreando estas canciones inolvidables.
En el último tramo del show, “El salmón” dejó sus escamas resbaladizas justo antes que nuestro protagonista decidiera echar toda la leña al fuego, más madera sobre el escenario, y redondear la faena con perlas del calibre máximo. Salió entonces el rapero Kase.O para compartir una estupenda “Flaca”, sinuosa y perversa, seguida de “Alta Suciedad” y otro súper clásico, la inolvidable “Paloma” que voló hacia las estrellas una vez más. Con el público puesto en pie, el maestro entró a matar en los bises: “Sin Documentos” y “Los chicos” pusieron el broche de oro a una función que se nos pasó volando. Lo bueno, si breve, dos veces bueno, como diría Baltasar Gracián, y solo sobraron los requiebros con el sempiterno capote, con el que se marcó unas rondallas en los últimos instantes, en una velada donde las orejas las cortaron los miles de aficionados que disfrutaron de otro ameno aquelarre hispano-argentino y que fue grabado en video para la posteridad.
Fran Llorente